Julia Ríos
LAS MANOS, NICARAGUA/AFP
"Que entre ya", dicen enojados y decepcionados algunos seguidores del ex-presidente hondureño Manuel Zelaya, quien después de poner un pie brevemente este viernes en su país, por primera vez desde el Cambio de Gobierno del 28 de junio, permanecía en lado nicaragüense sin decidirse a dar el paso definitivo.
"Que entre ya", dicen enojados y decepcionados algunos seguidores del ex-presidente hondureño Manuel Zelaya, quien después de poner un pie brevemente este viernes en su país, por primera vez desde el Cambio de Gobierno del 28 de junio, permanecía en lado nicaragüense sin decidirse a dar el paso definitivo.
"Que cruce ya, estamos cansados. Tenemos ya 10 días de estar en esto", se quejaba otro, entre el enfado y la decepción de un pequeño grupo de seguidores que habían burlado a los controles de los militares hondureños para penetrar por las montañas en territorio nicaragüense.
"Este no tiene los h... donde debe", se quejaba delante de una periodista de la AFP.
Algunas decenas de seguidores del presidente caminaron por montañas para burlar los retenes policiales en las carreteras.
Es el caso de joven Karen Alvarado, de 23 años, quien tardó dos días desde su ciudad Colón "sin comer ni dormir" en llegar hasta Las Manos, pasando por montañas para eludir a los retenes policiales.
"Hemos venido para llevarlo allá (a Honduras) y lo vamos a llevar", decía convencida.
La jovencísima Patricia Olivas, una adolescente, aseguraba victoriosa: "rompimos temores" y "por eso vinimos para apoyarlo".
El grupo de seguidores del presidente depuesto que entraron en territorio nicaragüense trataron de empujarlo en varias ocasiones hasta el lado hondureño donde estaban apostados decenas de soldados y policías fuertemente armados y parapetados detrás de escudos.
Zelaya puso el pie en su país, donde incluso llegó a saludar con un apretón de manos al teniente coronel Luis Ricarte, y le pidió que le comunicase con el jefe del Estado Mayor Conjunto, Romeo Vásquez, el mismo que hace 26 días ordenó que lo detuvieran en su casa y lo expulsaran del país.
"Comuníqueme con el alto mando", le pidió Zelaya al militar. El objetivo es "decirle que yo estoy aquí, que quiero comunicarme con él para decirle que vuelva la paz a la familia hondureña", relató.
Según Zelaya, el militar le dijo: "Nosotros no tenemos nada contra usted".
Un nervioso y dubitativo Zelaya, para desesperación de sus seguidores, que no dejó de hablar por teléfono en casi todo el tiempo, vestido a la usanza del campo, con pantalón y chaleco negro y camisa blanca y tocado con su eterno sombrero de vaquero, dejó claro que no quiere "provocar violencia".
"Vine a ejercer un momento de soberanía" y "esto es lo que quiero dialogar con la gente", dijo mientras desde el extranjero se multiplicaban las voces para que desistiera de su idea de regresar al país para evitar un baño de sangre.
La justicia hondureña ha emitido una orden de captura contra él por 18 delitos, entre ellos el de traición a la patria.
Zelaya esperaba reunirse con su esposa y sus hijos, que quedaron en Honduras, pero las fuerzas militares impedían el paso a la caravana en que la familia se dirigía hacia la frontera, según la cadena Telesur.
Su esposa, Xiomara Castro iba acompañada de sus hijos, Xiomara Hortensia y José Manuel, más su madre y su suegra.
"Siento tristeza por lo que está pasando en nuestro país, tristeza de ver como los mismos hondureños golpean a otros hondureños", lamentó Castro.
Las autoridades deHonduras decretaron este viernes toque de queda a partir del mediodía en las zonas fronterizas de Honduras.
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